Jorge Luján: “El vinilo ya está con nosotros y el casete está de regreso”

Jorge Luján: “El vinilo ya está con nosotros y el casete está de regreso”

Vestía un jean oscuro apretado y gastado. Una camiseta amarilla, llana: hasta ahora no le gustan los polos con estampado. Y una camisa a cuadros. Aquel adolescente de 13 años estaba dentro de unos botines tipo vaquero. Con flequillo a lo The Beatles, era el menor del grupo de amigos que caminó desde el distrito de San Martín de Porres hasta el Coliseo Amauta, en Breña. Esa tarde fue parte de la multitud que tuvo al frente a las bandas peruanas Telegraph Avenue, que presentaba su segundo disco; We All Together, que también lanzaba su segunda producción; Sudamérica; El Polen; Gerardo Manuel y el Humo, yPax. “Un concierto que nunca más pude volver a ver”, es el recuerdo de Jorge Luján sobre 1975.

Desde los 11 años ya asistía a “fiestas con luces psicodélicas”, cuando adquirió, con propinas y la ayuda de su padre, su primer disco vinilo. Un 45 RPM de “Ob-la-di, ob-la-da” de The Beatles. Cuando nacía el coleccionista de discos, que dejó de serlo para venderlos. Enigma Discos cumple 32 años en el segundo piso de Galerías Brasil, en la cuadra 12 de la avenida Brasil, en el corazón de Jesús María. Tienda donde vende, desde entonces, vinilos, casetes y discos compactos. Entre algunas joyas, conserva la primera edición del primer LP de Leusemia, editado por el Virrey, que lo cotiza en más de 1500 soles; y la primera edición de un vinilo del grupo Frágil, avaluado en más de mil soles.

Pero ya no colecciona discos. Casi no escucha música. Tampoco tiene hijos ni los ha buscado. Contabiliza 58 años de edad y en su casa calcula que posee en música como 20 tiendas. “Cuando abro la puerta de algún mueble, lo que veo son discos”, dice.

-¿Cómo están las ventas?

Últimamente ha empezado a aparecer más gente. Durante muchos años esto ha estado parado; no es que ahora esté bien, pero está parejo, lo que me permite venir todos los días. Durante muchos años solo venía viernes y sábado; se vendía tan poco, que prefería juntar a la gente el fin de semana. A partir de junio de este año, empezó a mejorar para mí.

-¿Antes de la pandemia cómo era?

Era malo. Te podías pasar tres días sin vender nada. Era ambiguo, no sabías si venir o no. Hoy vendo vinilos de Frágil y Miki González, y está caminando.

-¿Cómo llegas a Galerías Brasil en el 89?

Andaba de novio con quien fue mi esposa. La mitad del terreno era un bingo y la otra mitad eran casas. Veníamos siempre al bingo. Tenía aspecto de cine. Yo siempre pensaba que este lugar se prestaba para una discoteca. Un día pasaba por acá y había un letrero que decía: “se venden locales”. Me bajé al ‘cuete’, averigüé y estaba 6,300 dólares. En esa época era como 100 mil dólares. Año 87. Yo tenía 24 años. Le comenté a mi abuelo que era comerciante y me dijo que me busque un socio.

-¿Ya querías vender discos?

Jorge Luján: “El vinilo ya está con nosotros y el casete está de regreso”

Ya vendía discos por mi cuenta. El año 83 me fui a Argentina a estudiar Ingeniería Electrónica, y me mantuve con la venta de discos. Jamás trabajé para alguien en mi vida.

-¿Dónde viste esa oportunidad de negocio?

En Perú. Yo era coleccionista. Mi padre se oponía a que yo vaya a Argentina. Pero le dije: “Es mi decisión. He tomado la decisión de irme, te estoy comunicando, porque eres mi padre y porque necesito que me apoyes”. “Si es tu decisión, ve cómo te vas”, me dijo. Yo soy de los que le pones un reto y lo paso a como dé lugar. Lo único que tenía eran mis discos. Tenía como cerca de 500, bastantes discos de rock argentino. Los vendí. De esa forma, pude juntar ‘guita’ e irme. Cuando me quedaban menos discos, un amigo coleccionista me dijo que vendían discos en Chancay, al costado de la Colmena. Me dijo que vaya ahí para ayudarlo y aprender. Todavía no había rock subterráneo. Había grupos de hard rock. Y me llegué ir a Argentina, donde había discos de oferta a un dólar, dos dólares, que en Perú los podía vender a 10 dólares. Mis clases demoraron en empezar y ‘chapé’ un lote de 150 discos y me vine a Lima. Estando acá me pedían que les traiga de Argentina discos de Spinetta. Así me inicié.

-¿Y qué pasó con los estudios?

También empecé a llevar discos a Buenos Aires, y allá también los vendí al toque. En uno de esos viajes, conocí a mi esposa. Iba por tierra. Hacía negocio vendiendo discos en Arica, Antofagasta, Santiago, Mendoza. Y luego en Lima ya me junté con Daniel Castillo, dueño de Moving Sound, y abrimos en Galerías Brasil.

-Finalmente, le hiciste caso a tu abuelo.

Sí, con Daniel compré la tienda. Estuve con él hasta el 93. Mi abuelo me dijo: “pide que te den facilidades: cuota inicial en tres meses y el resto con un interés en seis meses”. Me aceptaron. Mi abuelo era un genio para los negocios. En esos días Alan García dio una ley donde no se podían hacer más contratos en dólares sino en intis. Esos 600 dólares que di como adelanto fueron los únicos que fueron 600 dólares; los 600 restantes fueron 450, 300 y los últimos, 60 dólares. La gente perdió dólares en cantidad.

-Tu abuelo lo anticipo.

Tenía la bola mágica. Pero juntar los últimos 60 dólares fue casi imposible. No vendía ni un disco. Yo traía un disco a 40 intis y al mes, cuando lo entregaba, costaba 400. Entonces, compraba discos acá, que no costaban ni diez centavos de dólar y en Argentina los vendía a 10 dólares.

-¿El primer pico de Enigma fue en el 92?

91, 92, 93, que vendía rock en inglés, fueron buenos años. En el 95 empecé a vender rock en español, hasta el 99 y fue muy bueno; luego empezó a decaer lentamente, como una pluma, hasta antes de la pandemia.

-En más de 20 años fue cayendo el negocio, ¿por qué continuaste?

No eran caídas grandes y tenía mucha mercadería de respaldo. Y dos años antes de la pandemia, abrí una tienda en Santiago de Chile, en Bio Bio. Un día me puse a vender en la calle y en un ratito vendí como 200 dólares. Y ahorita acabo de alquilar otro local junto al anterior y la tienda es más grande; allá se vende bien.

-Es decir, en este siglo seguiste viajando por Chile y Argentina vendiendo música.

Claro. Yo he viajado todos los meses de mi vida. A partir del 96, empecé a viajar en avión todo el tiempo. Antes era por carretera. Me hacía Lima-Santiago, Santiago-Buenos Aires, Buenos Aires-São Paulo vendiendo discos.

-¿Siempre has vivido solo de esto?

Toda la vida. Me causa placer comprar todo lo que pueda, y no para mí sino para los que me compran los discos. En algún momento hice conciertos, edité casetes, CD’s. Me gustaría retomarlo.

-¿Hay un regreso del casete?

El vinilo ya está con nosotros, está establecido, y el casete está de regreso, en Chile ya está empezando a cobrar una fuerza terrible. Y el compact disc no va a desaparecer.

-¿Por qué esos formatos se resisten a morir en medio de la digitalización?

Porque la gente siempre busca lo raro, conseguir lo que no hay.

-¿El boom de las plataformas digitales te ha afectado?

Al contrario. Antes venían y me decían “para escuchar ese disco”. Ahora no tengo ni equipo de sonido, y la gente viene y compra.

-¿Te sientes rockero o es un título anacrónico?

Soy rockero. Ser rockero es una forma de vida. Ser rockero es ser libre mentalmente.

-Tras más de 30 años, ¿cuál dirías que ha sido tu aporte al rock?

He apoyado a todas las bandas de rock. He vendido el material de las bandas peruanas por más malo que me pareciera.

-¿Hasta cuándo te ves vendiendo discos?

Hasta que me den las piernas.

-¿Cuál es el combustible?

Te pongo un ejemplo: pon un perro de edad avanzada al lado de un perro chiquito, juguetón; ese perrito de edad avanzada rejuvenece, se pone como de 7 años, empieza a corretear. Así me siento.

-¿Quién es Jorge Luján?

Un loco de mierda que gasta su plata en discos (ríe).

AUTOFICHA:

- “Soy Jorge Luis Luján Aragonés. Nací en Lima. Terminé el colegio e intenté ingresar a la UNI en tres oportunidades, y cuando me di cuenta que no servía para la UNI, ingresé a Física en San Marcos. Intenté irme a estudiar a Rusia, pero no había visa, solo había visa para Argentina”.

- “Me fui a Argentina a estudiar Ingeniería Electrónica, donde estuve estudiando tres años hasta que conocí a quien sería mi esposa. Mis bandas de cabecera son Grand Funk, Pink Floyd, Jimi Hendrix; del Perú son Laghonia, Traffic Sound, Pax y El Polen”.

- “Quiero empezar a editar producciones de bandas de acá. Quisiera hacer conciertos, aunque es lo que menos quisiera hacer; quisiera hacer conciertazos con 30 grupos; si ocurre, pasará en diez años, si estoy vivo. Me gustaría poner una tienda en Miraflores, aunque con las justas abro acá en galerías”.

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